Irene



"Hola mundo, mi nombre es Irene y me gustaría compartir con vosotros, lectores de La Ciencia de la vida, la historia de mi nacimiento, pero como algo parecido ya lo hizo mi hermana hace unos años, pues continuaré desde el momento en el que lo dejó ella, es decir os contaré como fueron los inicios de mi vida. 

Nací el 30 de junio de 2011, un día caluroso al parecer, aunque yo no sentí el calor en ese momento, puesto que el hospital estaba perfectamente acondicionado. Tras un parto muy rápido me vi envuelta en frescas sabanitas, limpia y con mi ombliguito curado y desde los primeros momentos busqué el pecho de mi madre para obtener el rico manjar lácteo. La leche materna debe ser superimportante, porque observaba que mis papás estaban muy preocupados porque me alimentara bien de ella, y los oía decir que lleva un montón de cosas con nombres extraños, como agua, proteínas, grasas, glúcidos, vitaminas, minerales, enzimas, hormonas, inmunoglobulinas... e incluso que la primera leche que probé, que se llamaba calostro, llevaba aún más anticuerpos de mi madre, que me ayudaban a protegerme y también tenía un efecto laxante suave que facilita que pueda expulsar el meconio, y así prevenir la acumulación de bilirrubina. Por lo visto gracias a esto no tuve ictericia, es decir, no me puse amarillito como otros bebés... Pero a mi todas estas palabras complicadas me dan igual, yo lo que sé es que la leche de mi mamá estaba muy rica.

Yo, recién nacida

Casi desde el primer momento, los ciclos de sueño y vigilia los hacía bastante bien, y la mayoría de las noches dormía sobre unas 3 horitas y me despertaba a pedir mi ración de leche, y después seguía durmiendo otra vez, y así sucesivamente; y de día, estaba la mayor parte del tiempo despierta, aunque también echaba alguna que otra siestecilla, aunque no muy larga. Me consta que en cuestión de dormir me he portado fenomenal, porque mis padres se levantaban bien por las mañanas, señal de que, a pesar del ajetreo de alimentarme y cambiar mis pañales, algo habían descansado. Bueno, tengo que reconocer que alguna noche movidita también les di, pero creo que más o menos igual que cualquier otro bebé cuando tiene esa edad.

Aquí estoy durmiendo durante mis primeras horas de vida
En cuanto a la salud, afortunadamente todo estuvo bien y pasé sin problemas mis primeros exámenes, tanto auditivos, como la prueba del talón, como la primera revisión de niños sanos. Aunque la verdad es que no era nada agradable que me hicieran tantas pruebas desde tan pequeña. Lo que pasa es que dicen mis padres que es necesario para asegurarme que todo esté bien.

No es fácil acordarse de los primeros días de vida, pero una cosa que me llamó mucho la atención era que hacía mucho calor esos días, y es que, por lo visto, por mi tierra en esas fechas que yo nací se alcanzan unas temperaturas muy altas. A los 15 días de vida noté que la temperatura mejoraba y se suavizaba en mi entorno, y resulta que fue porque nos habíamos ido a la playa, donde pasamos casi todo ese verano y donde empecé a aprender lo maravilloso que es esto que llamamos vivir.

Disfrutando del buen tiempo en el césped de la piscina

Durante mis dos primeros meses de vida, poco a poco, fui descubriendo como controlar mejor mi cuello, que a veces se me doblaba, y no veas lo que me costaba mantener la cabeza un poquito erguida, y aprendí a seguir con mi vista las caras de mis familiares, bueno, en general seguía cualquier cara que estuviera por allí cerca, porque todavía mi vista no funcionaba muy bien... jijiji. Pero lo que más les gustaba a mis papás era que sonriera un poquito, así que también me esforzaba mucho por hacerlo. Hoy en día es algo que me sale natural, ¡y me encanta! Por aquel tiempo también empezaba a experimentar haciendo ruiditos raros con mi boca, y no veas lo complicado que era hacer que saliera algún ruido. Como soy muy persistente -o muy cabezota que dicé mi papá- seguí insistiendo y los oh-uuu-prrrr-brrrr y cosas que ni sé como escribir comenzaron a ser habituales.

Pasándolo bien

Con tres meses ya era toda una maestra en los ruiditos, en mantener la cabeza y en reir y sonreír, y ya no tenía problemas en reconocer las caras de mis seres queridos. Y anda que no veía guapos a mi mamá y a mi papá, pero sobre todo a mi hermana Marta. ¡Me encantaría parecerme a ella cuando sea más mayor! Todos se volcaban conmigo y no paraban de hacerme mimitos, carantoñas, darme cariño, decirme cosas bonitas, jugar conmigo... Y encima no solo estaban mis papis y mi hermana, sino que nunca me faltaba gente: mis abuelos, mis tíos, mi prima... todos pendiente de cada uno de mis logros y avances. No me digáis que no mola.

Desde los primeros días siempre tuve buena compañía

Os he contado que empezaba a controlar mejor mi cuerpo, y mi vista iba mejorando día a día, pero no se quedaban atrás el resto de los sentidos. Los olores de mis allegados los reconocía fácilmente y era muy agradable, aunque a veces quedaban enmascarados por otros olores más fuertes de perfume, desodorante y geles. En cuanto al oído también descubrí que los sonidos eran provocados por objetos, personas, animales... y giraba mi cabecita en cuanto oía la voz de alguien o el sonido de la televisión o la música, que desde muy pequeñita aprendí a apreciar, puesto que en mi casa es habitual que mis padres y  mi hermana pusieran un montón de canciones y se pusieran a cantar y a bailar en cualquier momento. Aunque con dificultad todavía pero ya empezaba a intentar manipular los juguetes y peluches suavitos que ponían a mi alcance en mi cunita o en mi carro cuando salíamos de paseo. Descubrir el tacto de las cosas era muy interesante, y nuestra curiosidad innata me llevaba toquetear todo lo que pillaba. En esas andaba cuando aprendí a juntar las manos y hacer amagos de aplausos.

¡Hola! 

Sobre los cuatro o cinco meses, que ya estábamos de vuelta en Arahal, y habíamos dejado atrás la playa empecé a tomar mis primeros alimentos sólidos, y empezaron a asomar también mis primeros dientecillos de leche. Era muy doloroso y molesto, y cada vez que uno de mis dientes decidía salir a mí me ponía irritable y dormía más mal, lloraba mucho e incluso me salía un pequeño sarpullido alrededor de la boca -bueno esto no sé si era por los dientes o por la maña de llevarme a la boca mis juguetes, mis manos y todo lo que pillaba-. En cuanto a lo de comer, ya no tomaba leche de mi madre, porque la había cambiado por biberones, y empecé a disfrutar de los nuevos sabores del zumo de naranja y da la fruta triturada. Era increíble la cantidad de sabores distintos que descubrí estos días, y tengo que reconocer que no le hacía ascos a ninguno y me comía cuanta comida me pusieran por delante. Dicen mis padres que han tenido mucha suerte, puesto que ni mi hermana ni yo les hemos dado problemas a la hora de las comidas.

Siempre he sido de buen comer...

Una de las cosas que más me fastidiaba era no poder moverme por mi misma, ya que para cambiar de lugar me tenían que transportar en brazos, o en un carrito, o en la sillita del coche, por lo que empecé a intentar mover mis piernas y mis brazos para ver si podía moverme sola. Pero fue en vano, lo único que conseguía era voltearme cuando estaba tumbada en mi cuna, en la cama o en una alfombra sobre el suelo o sobre la mesa, aunque los adultos que habían a mi alrededor pensaban que había hecho una proeza porque me aplaudían y todo cuando me daba la vuelta. ¡Pero si no era nada! Bueno al menos durante esos momentos de pequeña frustración por no poder andar ni nada parecido a veces me encontraba con mis pies y me entretenía un buen rato jugueteando con los dedos de manos y pies, agarrándolos, soltándolos y llevándomelos a la boca. Cuando los adultos me cogían a veces me colocaban sentada y también era una sensación agradable notarme en esa postura y mantener mi espalda derecha sin que hubiera ninguna sillita, ni trona, ni nada que me la sujetara.

Mirad que risueña soy

La vista y el oído fueron mejorando mucho y no veas que pasada cuando fui consciente de la cantidad de colores que nos rodean, ¡madre mía! es increíble. Rojos, azules, amarillos, violetas, verdes... Empecé a darme cuenta de que casi todas las cosas de mi hermana eran de color rosa, aunque a mi ese color no es que me llamara mucho la atención, prefería otros más llamativos. En cuanto a los sonidos, había uno que me llamaba especialmente la atención y era el de mi nombre: ¡IRENE! Aprendí que así me llamaba yo y la verdad es que me gusta como suena. En mi pequeña cabecita me repetía constantemente Irene, Irene, Irene... para no olvidarlo, aunque mi boca todavía no era capaz de articular los complicados sonidos de mi nombre.

Entre los seis y los nueve meses todo iba mejorando por días, puesto que el control de mi cuerpo iba mejorando y me quedaba sentada sin problemas, me arrastraba y empezaba a gatear poquito a poco. Eso de poder llegar a los sitios por mi misma, había sido el sueño de mi vida... Por otro lado lo de reconocer las caras estaba más que controlado, pero eso no era del todo bueno, puesto que cuando algún rostro extraño se acercaba a mí empezaba a sentir miedo o vergüenza o una mezcla de ambos. Como recientemente había aprendido a decir adiós con la manita, pues a veces lo hacía ante esa situación de inseguridad.

Mmm... ¿quién eres?

No recuerdo muy bien cual fue mi primera palabra, puesto que la transición de los sonidos ininteligibles a las palabras fue muy gradual y yo experimentaba constantemente, pero según parece por esa época ya decía "papá" y "mamá" bastante bien a cada uno de mis progenitores, y no los confundía, eh. Sé que a algunos niños les cuesta mucho pronunciar la letra "r", pero yo la aprendí sin problema desde el principio, y de hecho me encantaba pasar muchos ratos diciendo "rrrrrrrrrrrrrrrrrrrr" o "raaaaraaaaaraaaaaa" y mis padres me han enseñado vídeos muy divertidos donde digo eso continuamente mientras que jugueteo con una cuchara u otros objetos. 

¡Brmmm... Brmmm...!

Cuando ya se acercaba la fecha de mi primer cumpleaños, mis piernas habían adquirido bastante fuerza y soportaban mi peso sin problema, pudiéndome quedar de pie agarrada a algún objeto sin ningún problema, y andaba perfectamente agarrada a alguien, y estando en la playa con un poco más de un año, conseguí aprender a andar yo solita, con la ayuda y la persistencia de mis padres que no paraban de animarme y enseñarme. Además como practicábamos mucho en la arena de la playa, cuando me caía no me daba golpes fuertes ni nada. 

No me he caído en el agujero, me he metido queriendo...

Mi vocabulario había aumentado considerablemente, tanto que mis padres se asombraban continuamente, y era capaz de comprender casi todo lo que me decían los de mi alrededor. Mi personalidad se estaba forjando a pasos agigantados y ya era capaz de decir que no cuando algo no me interesaba, y también era capaz de hacerle saber a quien fuera que quería en cada momento, ya fuera por gestos, señalando, balbuceando o diciendo bien el nombre, o llorando. Imitar a mi hermana y fijarme mucho en lo que ella hacía creo que me ayudó bastante a ir adelantada en el lenguaje y en la comprensión. Incluso cuando ella se ponía a hacer deberes o a dibujar yo quería mi propio folio y mis lápices de colores para garabatear, y es una cosa que aún sigo haciendo y me encanta. Pero no le copié su color favorito, que como ya he dicho es el rosa. A mí el que más me gusta es el lila o violeta. Y me da igual que mi hermana o mi prima prefieran un juguete o cualquier otra cosa rosa, yo no me dejo llevar y prefiero lo que sea en color lila... Ese verano también disfruté mucho de la piscina y de la playa y me movía como pez en el agua con mis manguitos o con mi flotador y creo que eso también me ayudó mucho a aprender a andar.

Me encanta bañarme

A partir de esos momentos todo ha sido más rápido y más divertido y he aprendido mogollón de cosas interesantes: durante ese año tras mi primer cumpleaños, adquirí muchísimo vocabulario nuevo, a veces impresionando a mis padres cuando digo una palabra que ellos no esperan, -sabiendo que significa eh- y construyendo frases complejas que me facilitaban mucho las cosas; aprendí a reconocerme en el espejo, pudiendo comprobar que creo que soy tan guapa como mi hermana. ¡Y empecé a ir a la guardería! Me acostumbré bastante pronto y no lloré más allá de la primera vez que me dejaron en ese sitio. Desde entonces he hecho muchos amiguitos y amiguitas allí y me encanta jugar con ellos, así como con todos los juguetes que tienen allí. Y encima allí aprendo y hago fichas, cantamos y bailamos y nos divertimos un montón.

Jugando con Gokuh

Con el tema de las comidas seguí siendo estupenda, y tras la fruta de mis primeros meses, los potitos de carne, de verduras y de pescado formaron parte de mi dieta, junto con la leche y los zumos. Pero entre toda esta comida de bebés, yo siempre quería probar la comida de los mayores, y cuando estábamos todos sentados a la mesa siempre picoteaba pan, jamón, aceitunas y todo lo que quería probar, evidentemente en pequeñas cantidades que me daban los adultos. Incluso tenía curiosidad por probar los refrescos y algún "buchito" de Fanta o Cocacola, siempre pillaba. 

Lo que sí empeoré un poco fue en el tema de dormir, ya que como dice mi padre, soy como él, de dormir poco, y por las noches duermo lo justo, no me gusta acostarme temprano y para levantarme suelo ser la primera de la casa. Y de dormir siesta ni hablamos, si algún día me paso un poco y duermo más de la cuenta en la siesta, por la noche estoy llena de energía y no hay quien me acueste. Qué le vamos a hacer, yo soy así.

¿Quién quiere dormir cuando hay tanto mundo que descubrir...?

Entre los 15 y los 18 meses, todas las cosas que se supone que los niños debemos saber hacer, yo las controlaba, me ponía a hojear libros como si estuviera leyendo; a jugar con mis muñecas, construcciones y cochecitos; daba patadas a una pelota, ¡corría!, andaba, gateaba rápido, bailaba y cantaba, desmontaba y montaba juguetes; ayudaba cuando me estaban vistiendo... ¡Me sentía muy mayor! Pero aún había varias cosas que había que mejorar, como el hecho de llevar pañales y dejar la chupa... Lo de la chupa fue fácil, puesto que en las siguientes navidades, cuando vino Papá Noel a dejar los regalos, me dijo que se la diera a cambio... ¡y se la llevó! Pero bueno mereció la pena, ¡Había hablado con Papá Noel! Después me acordé de ella algunas noches, y les decía a mis padres: "es mu 'pacil' dormí sin chupa", aunque evidentemente quería decir 'dipícil'... Lo del pañal me costó un poco más, pero poquito a poco tomé el control de mis esfínteres y fui capaz de pedir pipí y caca cada vez que tenía ganas, porque eso de hacérselo encima no mola nada nada.

Ojeando u hojeando un libro

Cuando cumplí mis dos años me sentía muy mayor, aunque era consciente de que todavía no lo era, de hecho a veces utilizo lo de "soy mayor" o "todavía soy pequeña" según me convenga, jijiji... Desde entonces he conseguido muchos logros y ya sé saltar, montar en patinete y en triciclo, sé construir con piezas de LEGO, sé garabatear, colorear, pegar cosas, manejar una tablet, sé jugar con mis Playmobil, con mis muñecas y con mis animales, me encanta escuchar y que me lean cuentos, me gustan algunos dibujos animados como Doraemon, Dora la exploradora y Hora de aventuras, ¡he ido por primera vez al cine a ver Frozen!, voy al water yo solita algunas veces e incluso soy capaz de ponerme algunas piezas de ropa como los zapatos y calcetines.

... Pues ahora me enfado ¡ea!

Sé que la vida no es fácil y ahora que mi personalidad está bastante bien definida a veces tengo problemas con mis seres queridos y meto la pata: le pego a mi hermana o desobedezco a mis padres y me regañan por ello, y a veces tardo un tiempo en reconocer que me he equivocado, pero tarde o temprano me arrepiento y tras llorar un poquito voy en busca de la persona agraviada y le pido perdón, le doy un abrazo y un beso, y espero a que ellos me perdonen. No es fácil, pero creo que es necesario equivocarse en la vida para ir aprendiendo y solo espero que ahora que me voy haciendo mayor mis padres y mi hermana sigan siendo tan comprensivos conmigo, como lo son siempre.

Pintando

Montando en patinete

La sensación de ser la pequeña de la casa está bien a veces, pero ya se va cansando una y tengo ganas de hacerme más mayor aún. De hecho llevé bastante bien que me "destronaran" como la mas pequeña entre mis abuelos maternos cuando nació mi primo Alvaro, que es seis meses más chico que yo, y entre mis abuelos paternos cuando nació mi prima Carmen, que es todavía más pequeña. De hecho, cuando estoy con ellos me siento todavía más grande y más responsable. Con Álvaro juego mucho en la guardería y cuando nos juntamos los primos; y en cuanto a Carmen, cuando era chiquitita del todo no me llamaba mucho la atención, pero ahora que ya sabe andar y me llama, también me lo paso muy bien con ella.

Con mi primo Álvaro

Con mi prima Carmen encima de un remolque de aceitunas

Se me había olvidado contar que me encanta disfrazarme, supongo que como a muchos niños, y cuando llega Carnaval o Halloween, o cuando nos parece bien, buscamos pelucas, nos pintamos las caras y nos disfrazamos de cualquier cosa, sobre todo mi hermana, mi padre y yo, aunque este año también hemos convencido a mamá y la hemos disfrazado... jejeje. Como muestra os dejo algunas fotos en las que estoy vestida de princesa, de Minnie Mouse, de mosquetera...

Con mi traje de gitana para la feria

De Minnie Mouse
De incógnito...

Mi peluca lila es genial

De Caperucita Roja motorizada

De mosquetera

De princesa

Look playero

Para ir terminando solo me queda decir que muchas gracias por haberme escuchado, o más bien leído, y que me perdonéis si en algún momento no me he expresado bien del todo, (¡pero es que todavía soy chica... jejeje). No, ahora en serio, sé que dentro de poco empezará una etapa nueva en mi vida, ya que ya mismo cumpliré los tres años y en cuanto pase el verano y empiece el nuevo curso entraré en el "cole grande", donde está mi hermana, y eso me da un poquito de pánico..., bueno es una sensación de "quiero y no quiero", que me pone un poco nerviosa, pero para cuando llegue ese momento estaré bien preparada, con todo lo que me han enseñado en casa, con el entrenamiento que es la guardería, y además sé que tendré el apoyo de mi hermana mayor cuando esté allí en el cole. Estoy deseando que me enseñen a escribir y a leer, aunque yo por mi misma ya me sé las letras de mi nombre, y algunas más, y también algunos números e incluso algunas palabrillas en inglés, puesto que me esfuerzo un montón en aprenderlos cuando escucho hablar a mi hermana con mis padres, y de vez en cuando me gusta sorprenderlos diciéndoles cosas que no se esperan (como una vez que estando en el aparcamiento del supermercado dejé boquiabierto a mi padre diciéndole: Mira esas letras, la M, la E, la R, la C, la A, esta no me la sé, la O, la N y la A... jajajaja, lo que me reí con su cara de sorpresa). 

Pues eso, lo dicho, muchas gracias a todos por leerme, y a mi familia por quererme tanto. :)

Corriendo por la playa
Hace unos días con mi hermana

¡Yuuuuuuhuuuuu!


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Nota del padre: Desde aquí me gustaría expresar mis más sinceros agradecimientos a mi mujer, que la quiero más que nunca, por ser la mejor esposa y madre que cualquiera pueda desear y por haberme dado a estos dos pequeños tesoros, y a mi hijas Marta e Irene, SIMPLEMENTE POR EXISTIR.

Carlos L.

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